A lo largo de mis búsquedas por Internet y redes sociales he observado una confusión muy extendida, principalmente entre editoriales, de lo que supone el concepto de “librojuego”.
Efectivamente, si tecleamos “librojuego” en Google, encontramos que muchos sitios de internet emplean este término para referirse a los libros orientados a los niños más pequeños, compuestos de desplegables (pop-ups), texturas, sonidos e incluso olores.
Esto nos plantea la necesidad de definir qué es exactamente un librojuego o, en otro caso, qué término sería el correcto para designar a aquellos libros construidos mediante la narración interactiva y que, estando escritos en segunda persona del singular, incluyen la toma de decisiones como núcleo principal de su trama, teniendo principalmente una finalidad lúdica.
Hago un inciso, antes de continuar, para remarcar que es importante no llamarles “libros del tipo Elige tu Propia Aventura” pues esta fue, precisamente, una colección de librojuegos escrita por unos autores y publicada por una editorial concreta. El volumen de librojuegos publicado en la historia ha sido tal que no sería correcto aplicarle al todo el nombre de solo una parte.
Muchas veces lo más acertado para dilucidar este tipo de dudas es recurrir a la etimología o evolución histórica. En este caso lo tenemos sencillo, proviniendo este tipo de libros del mundo anglosajón y, concretamente, del s. XX, hecho que nos queda muy cerca históricamente y nos permite afirmar con mucha seguridad el significado que tal palabra tenía en su origen.
Si observamos la palabra inglesa game y del verbo to play, entenderemos el motivo de la confusión. En español, “juego” y “jugar” tienen la misma raíz, lo que hace difícil de diferenciar ambos conceptos. Sin embargo, para los anglosajones, game se emplea para referirse al juego mientras que play se usa para manifestar la actividad de jugar. De este modo, to play a game se traduciría como “jugar un juego”.
Tomando esta referencia y la palabra “libro” (book), los primeros autores de librojuegos les denominaron gamebooks, cuya traducción literal sería “juegolibros”. Sabiendo que el inglés invierte la posición del adjetivo respecto al castellano, la traducción correcta se convertiría en “librojuegos”. Sin embargo, y aquí viene la solución a la pregunta, cuando hablaban de libros infantiles con desplegables, etc…, las editoriales y autores empleaban la expresión playbooks, que vendría a significar algo así como “jugarlibros” y que traduciríamos correctamente como “libros para jugar”.
La cuestión no es baladí desde el punto de vista conceptual. Si nos detenemos a analizar la construcción, hay una radical diferencia entre lo que es un libro que permite jugar con él respecto de lo que es un libro pensado como juego en sí. Para poner un ejemplo muy sencillo, se puede jugar con una mascota doméstica, aunque no sea propiamente un juguete. De esta manera, un playbook tiene como finalidad que el niño se familiarice con el formato, concepto y textura de los libros, a fin de que vaya comprendiendo su significado. Para ello, se le “adorna” el libro con elementos atractivos que le despierten el interés y dulcifiquen ese primer contacto (desplegables, sonidos, piezas movibles…). Sin embargo, un gamebook es un juego en sí, pero literaturizado, una narración gamificada.
Sirva este ejercicio, por último, para recomendar a las editoriales y comunicadores en general cuál debería ser el correcto uso de la palabra “librojuego”, palabra que (como ya nos advirtió la Fundación Fundéu), debe escribirse sin guión intermedio y no como “libro-juego”, tal y como todavía se encuentra en muchos sitios.
Hoy estoy místico, así que me voy a poner a divagar. Es decir, el término gamebook o librojuego potencia el concepto lúdico dentro de un algo literario, mientras que playbook o libro para jugar nos lleva más bien a la acción de jugar físicamente con un libro, sin lectura de por medio, por tanto para que sea atractivo, pues lleno de muñequitos, música, desplegables…
Bueno, por seguir un poco en base al artículo, pues digo que efectivamente están los que nosotros conocemos como librojuegos, que implican lectura, azar (en base a un reglamento), y toma de decisiones. Los puntos dos y tres son los que aportan la interactividad, el juego. Gamebook o Librojuego se le ajusta convenientemente, potencia la faceta «libro» a la que la «interactividad o juego» de la un nuevo cariz.
Por el otro, los juguetes con forma de libro, enfocados a niños pequeños. Pues eso, realmente son juguetes, su interactividad la aportan los elementos que mencionas, partes móviles, música, etc…no son libros, más bien una simulación de los mismos. ¿Como llamarlos? Quizá «juguetelibros», término que me parece más cercano a «playbook», o quizá alguna palabra similar que deje bien clara la naturaleza «juguetona», diferente de la del librojuego, en la que realmente la parte principal es la actividad intelectual de lectura de un texto en forma de novela o cuento.
Pues eso, que estoy de acuerdo, pero tenía ganas de charlar sobre ello.
Esa es la clave, Telcar. La diferencia entre juego y juguete. Ha habido muchos estudios al respecto desde hace años ya. Básicamente, el juego es más evolucionado que el juguete, pues tiene unas reglas y unas mecánicas.
El juguete, con el que un juguetón “juguetea” no tiene más finalidad que el aprendizaje a través de la diversión, es un mero entrenamiento. Por contra, el juego requiere unas normas más complejas y con más pautas.
Pero vamos, que estamos diciendo exactamente lo mismo.
Un saludo y mil gracias por tu aportación.
¿Qué tal el término “libro de juguete” para referirnos a los playbooks?
Humm… podría ser un libro de plástico en manos de un muñeco de Lego, por ejemplo. Desde mi punto de vista es algo equívoco.