Tú decides la aventura: “Vacaciones en la Atlántida”

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TITULO: Vacaciones en la Atlántida

COLECCIÓN: Tú decides la aventura

NÚMERO: 21

AUTORA: Isabel Hierro

ILUSTRADOR: Dolores Okecki

EDITORIAL: Hidra

AÑO: 2013 (2ª edición en 2014)

PÁGINAS: 133 jugables

Recientemente anunciábamos que la Editorial Hidra ha comenzado una nueva línea de librojuegos orientada a los lectores más jóvenes y con la intención de hacerles conocer mejor las leyendas clásicas. Sus primeros títulos se los dedican, de hecho, a Hércules y Sigfrido y confiamos reseñarlos en breve para vuestro conocimiento. El caso es que estos editores deben estar orientando bien las cosas cuando su catálogo, como ya sabemos, alcanza los 24 títulos basados en el sistema ETPA (Elige tu propia aventura), y su público lo demuestra siguiendo fielmente esta serie y permitiendo que así se expanda número tras número.

El presente librojuego, número 21 de la colección, va ya por su segunda edición y fue escrito por Isabel Hierro. Como viene siendo habitual en Hidra el ejemplar está encuadernado en flexibook, cosa que dota de más calidad al librojuego que la pura edición de bolsillo en rústica que parece ser el estándar en el género. Además no incrementa el coste final de cara al lector, lo que es cosa de agradecer sobre todo en estos tiempos. Como dije en otras ocasiones, insisto en que este punto es uno de los mayores aciertos de la editorial.

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Una coprotagonista con tatuaje es el elemento que hace las delicias de los lectores más jóvenes: poder usar una licencia de adulto, ¡es genial!

Bajo un sistema ETPA, tendremos hasta 133 páginas jugables por las que ir saltando en las diversas elecciones que se nos plantearán a lo largo de nuestra aventura. Como sabemos, este sistema es el más básico pero el idóneo para los que empiezan por primera vez su acercamiento a este género. No obstante, a fin (entiendo) de simplificar las cosas a los chicos, las páginas solo nos permiten dos elecciones de cada vez, haciendo el sistema de juego relativamente sencillo y lineal, algo pobre para un adulto, pero suficiente para un crío de 9 años.

Comenzamos con la clásica advertencia de que tú, lector, vas a ser el protagonista de esta historia y a continuación nos metemos de lleno en la introducción real de la historia que vamos a vivir. Aquí he notado algo incorrecto y sugeriría un cambio, pues he tenido la sensación de que la introducción es demasiado larga para lo recomendable en un librojuego, aspecto que luego se sigue manteniendo en el desarrollo del mismo a través de sus páginas. Con esta peculiaridad lo que consigue la escritora, cierto, es potenciar el aspecto literario de la obra pero a costa de reducir la parte “electiva” o lúdica del librojuego, restándole algo de dinamismo. Y es precisamente el dinamismo el atractivo que más caracteriza a los librojuegos, máxime si se orientan a público de cierta edad. Por ese motivo considero que las páginas deben estar llenas de trepidante ritmo a cargo de restarle trama o descripciones. Para un sistema ETPA, poner tres o cuatro páginas de texto sin tomar elecciones es un poco excesivo, al menos según los parámetros clásicos.

El gran acierto de Isabel Hierro es dar a entender que solo el lector ha sido el único en darse cuenta de qué pasa, frente a unos adultos torpes que no se enteran de nada.

En lo que sí acierta Isabel Hierro, y muy bien, es en llegar a su público. Por ejemplo, los diálogos, dinámicos y naturales como la vida misma, calcan la forma de hablar que tendría realmente cualquiera de los lectores en su vida real. Y no solo eso: se mencionan memorias USB, una maleta en la que llevas cómics, la existencia de propinas de tu abuela o esa forma de regañar con las miradas tan propia de madres. Me gustó mucho esta serie de detalles perfectamente encuadrados en la vida de cualquier chico de hoy en día que quiera sentirse protagonista del librojuegos que analizamos. También me entusiasmó ver algo que los librojuegos más infantiles tienden a eliminar: el planteamiento de pruebas intelectuales. Soy de la opinión que un librojuego debe ser divertido, hacerte sentir importante y protagonista y también obligarte (como lector) a resolver ardides. La autora presenta una prueba intelectual para niños estupendamente hilada en nivel de complejidad y en donde debes elegir entre oro, sal u oricalco. Y por si fuera poco, también se presenta un dilema detectivesco que, aunque es resuelto por la autora, enseña al lector las combinaciones que pueden darse entre letras y números para (en este caso) abrir una combinación de una maleta. Los chicos disfrutarán entendiendo esta clave.

Pero por encima de esos ejemplos, si en algo hizo diana Isabel Hierro eso es en el hecho de dar a entender que los niños son más inteligentes que los adultos, observando o apercibiéndose de cosas que los mayores no vemos, de manera que luego nos sorprendamos de lo que ha pasado sin estar en nuestro conocimiento. Esta es, efectivamente, la clave para que un niño-lector disfrute plenamente su aventura, pues él es el verdadero protagonista y sólo él ha resuelto el misterio frente a unos mayores que son, en realidad, incompetentes y torpes.

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Cachis… nos han atrapado desprevenidos…

Hay más rasgos elogiables en esta obra. Me gustó mucho el papel coprotagonista que desarrolla una chica (algo inusual en los librojuegos) y que además sea muy “dirigente” en el desenvolvimiento de la trama, no limitándose a ser un mero accesorio ornamental del protagonista (tú, lector). Este punto creo que es muy valorable.

En cuanto al desarrollo de la historia, es progresivo en intensidad y bastante original, pues se sitúa en las Islas Azores con los atlantes de fondo, aspecto que tampoco se puede decir que sea el día a día en las tramas de los librojuegos, cosa que lo hace único o, cuando menos, especial. El ritmo aumenta suavemente según avanza la historia, lo que está bien.

Como curiosidad, diré que he visto una errata basada en una idea excelentísima. Efectivamente, en la página 44 nos dice que tú, el lector, ¡estás leyendo un librojuego que tienes en tus manos! Estos guiños a la metaliteratura son inteligentes y elaborados, y muestran unas opciones nuevas al lector joven que le invitan a romper su idea del espacio-tiempo mediante la herramienta de la imaginación. Me pareció muy, muy buen recurso para enseñar a niños pequeños pero que… ¡habla de la página 42 en lugar de la 44, que es donde estamos! Confío que los editores arreglen esto en la siguiente edición para no perder un truco efectista tan loable como este.

Para ir acabando, mencionaré dos temas:

Uno, el acierto de presentar varios finales (12 malos o pésimos y 5 regulares o buenos), aspecto que hace la obra más amena. Además, evitar la “edulcoración” de solo poner finales buenos es algo que me gusta. Como en la vida, a veces se pierde e incluso de manera desastrosa. Hay que aprender a perder y eso es un valor que me gusta que se enseñe.

Otro, las ilustraciones de Dolores Okecki. Su estilo tiene un trazo limpio y visual. Es realista dentro de lo que puede suponer una línea de cómic y sus presentaciones son muy serenas y correctas, nada recargadas, tanto en el blanco y negro interior como en el color de la portada. Creo que cumplen muy bien su cometido y se hacen cuidadas y agradables. De nuevo, como ya dije, aplaudir el signo de admiración dibujado delante de cada elección (creo que causa la tensión visual pertinente para entender la importancia del momento en el que estás en la historia). Personalmente sugeriría algún dibujo pequeño de separación en mitad del texto, pero no es algo imprescindible en librojuegos para esta edad, aunque sí hay alguno incluido a pie de página. Dolores es generosa en láminas y estas son grandes, pues ocupan una página entera. Además, son completamente distintas unas de otras y dota de personalidad propia a cada escena que representa. Se lo ha trabajado muy bien esta ilustradora.

A salvo de un par de mejoras sin importancia que deberían tender a equilibrar un poco el ritmo, diría que es un libro muy recomendable para los lectores más jóvenes y con el que admito haber disfrutado jugándolo.

Y por supuesto, mi más sincera y reiterada enhorabuena a la editorial Hidra por seguir apostando por autores españoles, práctica que en este país no se ha hecho muchas veces (salvo, quizá,  por la extinta Editorial Ingelek). Como he dicho en reiteradas ocasiones, hay tan buenos autores en idioma español como en cualquier otro.

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