Siempre he pensado que algunas obras están destinadas a quedarse en un cajón; otras, no. El caso que nos ocupa pertenece al segundo tipo, aunque de no darse una serie de circunstancias quizá habría terminado en el primero. Por fortuna, el destino quiso que este librojuego arribara a buen puerto.
Todo comenzó cuando el autor, el afamado Ricard Ibáñez, contactó con el Archi (ya se conocían, pues habían colaborado en módulos de Aquelarre), y básicamente le dijo: «Mira, Juan Pablo, tengo por ahí un librojuego sin grandes pretensiones pero divertido, un poco en plan de coña, y no tengo muy claro qué salida puede tener. Como no quiero que repose en un rincón durmiendo el sueño de los justos, si te apetece publicarlo en vuestra web o darle algún buen uso, adelante.» El Archi le contestó que se lo enviara para echarle un vistazo, tras lo cual me lo pasó a mí, consciente de que yo estaba más metido en el mundo editorial (a pequeña escala, por supuesto) y acaso le encontrase un digno destino.
Tras leerlo y jugarlo, pronto constaté varias cosas: que merecía la pena, que las risas estaban aseguradas… y también que necesitaba un ligero lavado de cara. De inmediato le vi posibilidades y, consecuentemente, hablé con Ricard al respecto. Afable y cercano como es él, me dio carta blanca para revisarlo y recomendarlo a Saco de Huesos. Kachi se fió de mi criterio, como suele hacer desde que coordino la línea Laberinto, y el proyecto echó a rodar. Muchas horas de trabajo después, de correcciones, ajustes y alguna pequeña adición… Roñan el fárfaro ve por fin la luz.
Hablemos un poco del librojuego. El sistema es simple pero robusto (muy similar al de «El oro y el acero«, otro buen librojuego del autor); se basa en tres características (CUERPO, MENTE y SUERTE) de las que dependen diversas habilidades, entre las que hay que repartir cierta cantidad de puntos. Las pruebas son tiradas de dificultad usando dos dados, cuyo éxito viene dado por un resultado menor o igual a la puntuación en la correspondiente habilidad. Como digo, fácil y efectivo; además, con algunos matices que incorporé, siempre con permiso de Ricard, todavía resulta más interesante.
En la obra, el autor incide mucho más en lo lúdico que en lo literario (algo totalmente deliberado); en cualquier caso, los mimbres son buenos y se nota la experiencia. Roñan el fárfaro (en un principio llamado «Cagüen, el fárfaro») es sin duda un librojuego muy diferente a otros del catálogo de Saco de Huesos, como la Feria o Expediente Z; no pretende brillar en lo narrativo ni llevar al género a un nuevo nivel, sino simplemente divertir. Si decimos que Infección o Revelación son librojuegos con humor, podemos asegurar que Roñan es un librojuego de humor. Y en ese campo triunfa, ya lo creo.
Mientras corregía el libro, pensé que Huargo (ilustrador, entre otros, de La Cofradía y el inminente Outsider) podía hacer un buen trabajo con Roñan. En principio no era su registro habitual, pero cuanto más conozco a mi camarada más le veo capaz de superarse a sí mismo. Al igual que el propio Ricard, no juzgaba adecuado para este librojuego el estilo rico y barroco con el que Huargo nos suele obsequiar, así que le aconsejé que se guiara por dos cosas a la hora de dibujar: sencillez y humor, al igual que el propio texto. Y el resultado, amigos, habla por sí mismo.
No voy a contaros más, prefiero que lo comprobéis. Roñan el fárfaro es un mero divertimento interactivo, nada comparable a grandes obras como Aquelarre, Capitán Alatriste, etc., pero la chispa y el genio de Ricard Ibáñez empapan cada página. Es un librojuego para reírte jugando, punto. Muchas veces no necesitamos nada más.
Si os animáis, podéis pillarlo en la web de Saco de Huesos: bueno, bonito y barato (12 euros y regalo de dado).
Qué buena pinta!!!
Que alegría, otro más que sale, veremos que tal.