Octopus Red es una plataforma de lectura digital pensada especialmente para alumnos de secundaria y bachillerato. Su catálogo recoge algunas de las obras más importantes de la literatura española y universal y las desgrana en un lenguaje accesible a los jóvenes de hoy en día.
La traemos aquí a colación porque tienen intención de desarrollar una colección de librojuegos dirigida al mismo público objetivo (jóvenes de 10 a 16 años), y con un claro componente educativo que se destaca en su ficha, ya que se especifica qué valores sociales y tipos de inteligencia promueven.
La colección, al igual que el resto de su catálogo, se publica en versión exclusivamente digital, en formato EPUB o PDF. Aunque aún no están a la venta, han sido anunciados los tres primeros títulos (pincha en la imagen para obtener más información):
En Librojuegos.org, como publicamos en ESTE ARTÍCULO ACADÉMICO, defendemos los librojuegos como una maravillosa herramienta educativa, de modo que nos encanta dar noticias como esta en la que se apuesta por ellos para ese menester, y además con tan buenos autores como los que firman las obras.
FICHA TÉCNICA Título: Lo que tú quieras Autora de concepto y textos: Ellen Duthie Coautora, ilustr. y diseño: Daniela Martagón Editorial: Traje de lobo / Wonder Ponder Encuadernación: Cartoné (caja) Formato: 17,5 x 17,5 Páginas: 40 ISBN: 978-84-943167-4-6
No se puede negar que el título de este artículo, que coincide con el de la obra que vamos a reseñar, está muy bien traído para una web sobre librojuegos, cuya característica más distintiva es la libertad de elección (con ciertas restricciones, como comentamos en otra ocasión, pero elección al fin y al cabo). Se trata de la tercera entrega de la colección Wonder Ponder de filosofía visual para niños, cuyo primer título, Mundo Cruel, ya reseñamos aquí hace un tiempo.
Si no conocíais esta colección, os invito a que leáis primero la reseña sobre Mundo Cruel, ya que la estructura se repite sin mucha variación en todas sus entregas, y puesto que esta ya fue comentada en la reseña anterior, no la comentaremos en esta ocasión, sino que nos centraremos en su contenido distintivo.
No obstante, os recordaré que el material se presenta en una caja que muestra una ilustración del estilo de las que encontraremos en el interior (aunque esta vez, al contrario que las anteriores, no coincide con ninguna de la de las láminas interiores, sino que es una escena que resulta de otra, como veremos más adelante). En la parte trasera nos encontramos un resumen del tema de la obra, con algunas láminas de ejemplo, se nos indica que es para niños de 8 años en adelante y adultos (detalle importante), se enumeran sus contenidos y se explica en qué consiste Wonder Ponder: en una obra para reflexionar acerca de las grandes preguntas de la filosofía, presentadas de manera fácil y divertida para los niños.
En este punto haré hincapié en algo que considero fundamental y el gran acierto de esta colección: no pretende adoctrinar ni enseñar las grandes teorías postuladas por los filósofos a lo largo de la historia, sino que que está diseñada para que seas tú, el lector, quien te formes tus propias ideas. Digamos que el material lo que hace es intentar que te pique la curiosidad, despertar tu interés a través de escenas con sus correspondientes preguntas; en definitiva, centrar tu atención sobre temas en los que no solemos pensar con profundidad ni detenernos mucho tiempo. Es como una linterna que alumbra lugares que tenemos a la vista permanentemente, pero que ignoramos, ya sea voluntaria o involuntariamente. Sus autoras nos dicen: «¡Eh, mira lo que hay ahí! ¿Te apetece echar un vistazo?». Y vaya si consiguen que lo hagamos.
La obra está catalogada como libro, aunque en realidad consta de una serie de láminas cuadradas que puedes ordenar de la manera que tú quieras. En cada lámina, a través de una escena dibujada por Daniela Martagón, con un pequeño texto al pie de la misma, se discuten distintos temas que tienen que ver con la libertad: cuáles son sus límites, la conveniencia de coartarla para proteger a los más débiles, la esclavitud, la relación entre esta y la educación… Temas todos jugosísimos y de una profundidad que sorprende por la manera tan sencilla y cercana en la que se presentan; y en esto, además de las ilustraciones, tienen mucho que ver las preguntas que se incluyen en la parte trasera de cada lámina, referentes a la escena, y formuladas con muchísima intención e inteligencia por parte de Ellen Duthie, la otra autora, para incitar a cualquiera de nosotros a responder, primero quizá con las frases con las que nos «programan» desde pequeños, pero luego rompiendo por completo esos condicionamientos y obligándonos a buscar respuestas por nosotros mismos.
Pongamos como ejemplo la lámina que se muestra junto a estas líneas. En ella, una niña observa unos estantes repletos de objetos de lo más variopinto. Al pie de la lámina, podemos leer: «¿Lo que yo quiera?». Solo con esto ya nos podemos hacer a la idea de que esta lámina toca el tema de la libertad de elección (es curioso que la respuesta la da el propio título de la obra, y que en la portada podemos observar lo que ha elegido la niña; muy significativo que haya escogido el altavoz para hacerse oír llamando la atención desde un estrado, al igual que las autoras intentan llamar la atención sobre los diversos temas de la filosofía). Pero es al dar la vuelta a la lámina cuando de verdad comienza nuestra mente a dar vueltas. En la esquina superior izquierda nos encontramos la primera pregunta: ¿qué elegirías tú si fueras la niña de la escena? Esto nos invita a observar la lámina más detenidamente y a ahondar en los detalles; al hacerlo en cada lámina veremos que casi nada se deja al azar: la ilustradora sabe muy bien dónde colocar cada elemento para provocar el efecto que desea. Así, buscando y buscando encontraremos… ¡una pistola! A lo mejor no te habías dado cuenta, y eso que está muy cerca de la niña; pero esta dirige nuestra mirada hacia arriba, que es hacia donde ella dirige la suya. Luego, encontramos otra pregunta: ¿Qué prefieres, elegir una cosa entre cien, o elegir una cosa entre tres? ¿Por qué? La mayoría de la gente dirá que entre cien, porque así tiene más posibilidades de encontrar lo que realmente le gusta. Sin embargo, más adelante encontramos otra pregunta que cuestiona esto: ¿Tener más opciones para elegir te da más libertad? La pregunta tiene más miga de lo que parece…
En total son catorce las láminas que se incluyen de este tipo, más otras tres preparadas para que tú mismo diseñes escenas y preguntas, siguiendo el espíritu constructivista de la colección.
En cuanto al estilo, esta vez se ha optado por el uso variopinto de colores, no predominando ninguno en concreto salvo el blanco, color que, al ser la suma de todos a la vez, representa muy bien el tema principal, la libertad, al igual que el colorido representa las múltiples posibilidades de elección. En esta ocasión las escenas no son tan transgresoras como en los dos trabajos anteriores, Mundo Cruel y Yo, persona, aunque, eso sí, siguen siendo muy expresivas; por ejemplo, podemos sentir el miedo del niño en la lámina que se muestra a la derecha, a través de su gesto de terror y su posición, acentuado por esas líneas oblicuas de los asientos. El estilo de la autora me encanta, porque usa ese aire de inocencia propio del estilo naif (bien elegido, pues resulta muy cercano a los niños) para romper los esquemas y mostrarnos escenas muy estudiadas y cuyo contenido nunca tiene nada de inocente.
Aparte de esas diecisiete láminas, hay otras tres.
La primera es una «propuesta de uso e ideas para wonderponderear», con sugerencias para sacarle partido al libro usándolo de distintas formas, añadiendo siempre un punto lúdico (click en la imagen para ampliar).
En la siguiente tenemos una interesante guía de lectura que desglosa los conceptos más importantes sobre el tema, y que, basándose en el contenido de la obra, nos da otro empujón más, esta vez mucho mayor, para ahondar aún más en el tema de la libertad.
En la última lámina aparece el nombre de las autoras: Ellen Duthie, autora del concepto y los textos; Daniela Martagón, ilustradora y diseñadora; y Raquel Martínez Uña, la editora. Además, se nos ofrece información sobre otros títulos de la colección, pasados y futuros, y el contenido de la web wonderponderonline.com, la cual os animo a visitar, ya que ofrece contenido extra muy interesante.
Pero no acaba aquí la cosa: aún queda el póster de La Casa de la Real Gana, un lugar fantástico con una desbordante profusión de detalles, donde el único orden consiste en los tabiques que delimitan cada espacio y una breve descripción de los mismos al pie: el descansillo de las cien puertas, la biblioteca de los libros prohibidos, la sala de limpieza sin esfuerzo, y, como estas, una gran cantidad de habitaciones en las que la libertad se lleva a su máxima expresión gracias al derroche de imaginación de sus autoras, que nos invitan con ello a pensar acerca de las normas.
En total, nos hallamos ante un libro que transpira filosofía, presentada de una manera fácilmente comprensible para los niños, que les estimula para que encuentren sus propias respuestas. Se trata de una obra con muchísima planificación y trabajo detrás, aunque su apariencia desenfadada no nos lo haga pensar en el primer golpe de vista. Una obra que viene a llenar un vacío inexplicable en un mundo donde nos enseñan a temer la libertad, a preferir la comodidad de que otros elijan por nosotros, a limitar nuestra capacidad de elección para que no nos desmandemos del rebaño. Pensemos por un momento en un mundo en el que a los niños se les educa con obras como Wonder Ponder… sería tan diferente al nuestro que casi cuesta imaginarlo. Por eso, tengo que agradecer sinceramente a las autoras su valentía para sembrar la semilla del cambio. Alguien dijo una vez: «Yo no puedo cambiar el mundo, pero puedo empezar a cambiarlo». Gracias, Ellen, Daniela y Raquel por haber elegido intentar hacernos libres.
Desde Librojuegos.org nos gusta insistir en que el medio interactivo es una poderosa herramienta educativa; por eso, cuando surge una iniciativa como la de BBC Mundo, no podemos menos que aplaudirla y darle un pequeño empujón desde aquí. Desde esta página nos invitan a vivir en primera persona el drama de los refugiados sirios, tristemente célebre en estos días en los que los medios nos traen imágenes de esas pobres gentes y sus problemas para conseguir ponerse a salvo fuera de su hogar, en lo que se ha convertido en el mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial.
Los autores nos invitan a meternos en la piel de un miembro de una familia que se ve obligada a huir de su país después de malvender sus posesiones, y la han confeccionado basándose en datos reales conseguidos gracias a una larga investigación del Servicio Árabe de la BBC. Se trata de una historia en la que, salvando la primera de las decisiones, sobre si prefieres vivir el drama desde el punto de vista de un hombre o desde el de una mujer, el resto son sobrecogedoras, aún más cuando uno piensa que las han tenido que tomar los hombres y mujeres que vemos sufrir en las noticias el acoso de las autoridades en las fronteras.
Este magnífico trabajo contribuye a que nosotros, los receptores de los refugiados, empaticemos con ellos, y por eso, desde Librojuegos.org hemos considerado que sus autores merecen un aplauso. Os animamos a probarlo, pues son textos breves y concisos, que van al grano y muestran la crudeza de un viaje que nadie jamás querría tener que hacer:
En Librojuegos.org solemos manejar un concepto del librojuego en el que la narrativa tiene un papel preponderante. Por eso, cuando surgen ideas e iniciativas que tienen relación con los libros pero en ellos hay elementos ajenos al contenido literario que cobran la misma o incluso mayor importancia que este (como el aspecto visual o la manipulación de determinadas partes) preferimos llamarlos libros para jugar o playbooks (para diferenciarlos de los gamebooks). Ese es el caso de la colección Wonder Ponder de filosofía visual para niños, cuyo primer título vamos a reseñar hoy.
Sí, hemos escrito la palabra filosofía. Una palabra que, como afirman las autoras de estos trabajos, causa demasiado respeto. ¿Por qué será? ¿Y por qué nos cuesta tanto filosofar? Permitidme, ya que hablamos de filosofía, que me ponga un poco filosófico antes de entrar a analizar el material que tenemos entre manos. Si tuviera que definir la filosofía tal y como lo haría un niño, diría que es preguntarse cosas. Y cuando me pregunto por qué nos cuesta tanto preguntarnos cosas (a mí no me está costando tanto, ya veis, solo hay que coger carrerilla) me viene a la mente la palabra silencio. Hoy en día las personas disponemos de muy pocos momentos de «silencio» real: somos continuamente bombardeados con información, y cuando no, estamos bien condicionados para que nuestra mente siga llenando ese vacío. Ejemplo: estamos en casa y no podemos pasar un segundo sin tener encendida la tele, la radio o el ordenador, salimos a la calle y ocupamos nuestra mente hablando con conocidos, comprando o trabajando. Hacemos todo lo posible por no escuchar esa voz interior que nos invita a remover los cimientos de nuestra escala de valores y a replantearnos nuestros principios. Quizás porque, como los seres paradójicos que somos, una fuerza nos empuja a hacerlo, pero otra nos obliga a mantener la ilusión de un mundo estable y ordenado en el que todo es previsible y, por tanto, seguro. Pues bien, Wonder Ponder nos invita a adentrarnos en el temido caos que amenaza nuestra ilusoria seguridad, a crear el incómodo silencio en el que se genera toda la creación; pues es curioso que la mayoría de las religiones coincidan en que en el principio existía la nada y de esta se creó el mundo. Wonder Ponder nos sitúa en nuestras «nadas» y nos ofrece un estímulo para rellenarlas con nuevos pensamientos.
El lector atento recordará que hablamos de filosofía visual para niños. Concretamente, niños a partir de los ocho años. ¿Puede filosofar un niño? ¡Pues claro que sí! Y con mayor facilidad que un adulto, cuyos conceptos están ya tan definidos que se resiste a modificarlos. El niño aún está moldeando los suyos, el barro (su materia gris) aún está húmedo y puede darle forma fácilmente. Pero aun así, todavía no es tarde para el adulto: Wonder Ponder humedece ese barro endurecido para que podamos volver a darle forma.
Pero esto es una reseña, al fin y al cabo, y ya estamos tardando demasiado en explicar de qué va todo esto, ¿verdad? Pues vayamos al grano. Y hagámoslo describiendo el material desde que llega a nuestras manos.
Me encuentro con una caja negra en la que aparece un dibujo central (bastante incómodo, por cierto, pero que atrae la atención, y esa es la clave) y, en torno a él, el título de la obra, Mundo Cruel, y el nombre de sus autoras, Ellen Duthie & Daniela Martagón. Debajo del dibujo, el título de la colección, Wonder Ponder, y la ya comentada y sugerente frase Filosofía visual para niños. En los laterales se repite esta información, pero en el frontal se añade la frase Abre, mira, piensa, que resume muy bien en qué consiste esta obra y cuál es su objetivo. En la parte trasera de la caja se nos amplía un poco más la información. El título de Mundo cruel va acompañado de unas preguntas que dejan claro que esta obra va sobre la crueldad. Debajo, un ejemplo de lo que nos vamos a encontrar en su interior (láminas con dibujos en una cara y preguntas en la otra), y a continuación el contenido de la caja: 14 láminas, más de 100 preguntas, 3 láminas para crear escenas propias, guía de conceptos filosóficos de la crueldad, propuestas de uso y un póster. Se remata esto con una frase que destaca con orgullo patrio que la obra ha sido creada en España al 100%. A la derecha hay un texto aclaratorio, el cual reproduzco a continuación, ya que es importante para comprender de qué va esta obra:
«Wonder Ponder acerca a sus lectores a algunas de las grandes preguntas de la filosofía de forma divertida y atractiva. Escenas curiosas y preguntas intrigantes invitan a la reflexión y al diálogo, estimulando el desarrollo de un pensamiento propio y facilitando la construcción de un mapa visual y conceptual del tema abordado en cada título. Las cajas Wonder Ponder están diseñadas para mirarlas, leerlas y pensar sobre ellas a solas o en compañía y en contextos familiares, lúdicos o educativos.»
¿Un producto que invita a los niños a desarrollar un espíritu crítico y pensamiento independiente? ¿Y hecho en España? Cuando me enteré de que existía esta iniciativa, lo primero que pensé es que merecía, ya solo por intentarlo, toda la difusión posible. Pero, ¿funciona? Lo veremos a continuación.
Abrimos la caja, y en el interior nos encontramos con las anunciadas láminas, 20 en total, de las cuales 14 muestran escenas que, como se decía en la caja, dan mucho que pensar. Todas las escenas comparten un estilo que imita el arte infantil con el uso de tres colores, de los cuales dos siempre son el negro y el blanco, y el tercero es el que predomina. Todas las ilustraciones son muy inquietantes, provocan una incomodidad en el espectador, la cual se acentúa mediante el uso del color que inunda la escena. El uso del blanco está muy bien estudiado, ya que atrae la atención directamente, sobre todo en contraste con el negro y los colores más oscuros. Además, la elección del color dominante no es arbitraria, ya que busca causar una sensación determinada. En cada elemento, su posición, disposición y color hay una intención. Por último, cada lámina va acompañada de un breve texto en la parte inferior que completa el significado de la escena.
Analicemos la primera lámina:
En ella, con un violeta rojizo como color dominante, vemos a una niña arrodillada que ha atravesado a una hormiga con la punta de un lápiz y la levanta del suelo clavada en ella. Su posición y su pelo denotan movimiento, y las líneas radiales en torno al lápiz centran la atención en él. La maldad de la niña es evocada no solo por su acción, sino también por el color negro de su vestido y su expresión, acentuada por el uso del blanco para el ojo. Pero, aunque en un principio la crueldad de este acto es lo primero que capta nuestra atención, si nos seguimos fijando en la escena descubriremos algunas cosas más. La procesión de hormigas que parte de una planta al fondo se va transformando a medida que la seguimos. Inicialmente las hormigas son muy pequeñitas y tienen una apariencia muy indefensa, pero a medida que se acercan al espectador, veremos algo que quizás nos haga pensar que no son tan indefensas como parecía, y es que las tres primeras cargan con partes de un insecto: una con las alas, otra con el cuerpo y la primera con la cabeza. Esto quizás nos haga replantearnos la escena principal, y lo hace en el momento oportuno, pues es muy improbable que nos fijemos en lo que llevan las hormigas antes que en lo que está haciendo la niña. Se remata la escena con un «¡Te pillé!» que puede darnos a entender más cosas: los constantes intentos de la niña por matar a la hormiga, o su satisfacción por haber conseguido atravesarla con la punta de su lápiz, lo cual puede hacerla parecer aún más cruel.
Es recomendable empaparse bien de la escena, ya que inmediatamente saltarán de nuestro inconsciente a nuestra consciencia todos los pensamientos destinados a juzgarla, procedentes de nuestra ética y nuestra moral personal. Ese es el momento en que hay que darle la vuelta a la lámina, donde encontraremos diversas preguntas (por lo general siete u ocho) que nos ayudarán a ir un poco más allá. Las preguntas están dispersas y escritas en distintas orientaciones que te obligarán a rotar la lámina. No he logrado dar con la razón de esta disposición, e incluso me ha resultado molesta porque pretendía leer las preguntas mientras mostraba la lámina a los niños; además, intentaba buscar primero la pregunta más directa y luego seguir por las que ahondaban más en el tema. Por eso, por la forma en que yo he utilizado la lámina, habría agradecido más orden, pero quizás las autoras buscan con esto introducir un elemento lúdico o estimular la curiosidad del niño, obligándole a mover la lámina para poder leer las preguntas.
Algunas de las preguntas de esta lámina, concretamente son: ¿Está siendo cruel la niña? ¿Qué harías si vieras a esta niña? Son las dos preguntas que utilicé para «romper el hielo», ya que la primera busca una reacción mediante una valoración moral y la segunda introduce al niño directamente en la escena. Pero hay otras que requieren respuestas más elaboradas: ¿Sienten dolor las hormigas? ¿Sienten miedo las hormigas? ¿Importa? Estas preguntas, por ejemplo, llevan a una reflexión sobre las víctimas del acto de crueldad.
Y así, poco a poco, cada pregunta va desgranando todos los aspectos a tener en cuenta en la escena, y a su vez, las catorce láminas reflejan distintos aspectos sobre la crueldad.
Claro que uno puede preguntarse, ¿cómo puedo usar este material? ¿Solo se trata de mirar la escena y hacerse preguntas? Bueno, ese «solo» es muy relativo. Tanto las ilustraciones como las preguntas te pueden remover algo por dentro, ya sea porque reconozcas alguna escena y te veas reflejado en la víctima o el agresor, o porque llegues a conclusiones desagradables acerca de la frecuencia de estos actos y la insensibilidad hacia ellos, o por diversas razones que dependen de nuestros puntos de vista y nuestros valores, y es que, a pesar de la heterogeneidad de los mismos incluso en los niños, este material está diseñado para no dejar indiferente a nadie. Aun así, si sigues sin saber cómo usar las láminas más allá de las preguntas, hay una en la que se ofrecen «propuestas de uso e ideas para wonderponderear«. Entre ellas se ofrece la posibilidad de barajar las láminas y ver si el orden afecta a lo que piensas de ellas, fijarse bien en los detalles de cada una, meterte en la piel de uno de sus personajes, y otras ideas entre las que destaca el hacer tus propias escenas y sus preguntas. Se incluyen tres láminas preparadas para tal efecto, y son un elemento para mí crucial, pues si ya con las demás láminas se anima a los participantes a adoptar una actitud activa respondiendo las preguntas, aquí ya estamos hablando de una implicación total en la obra, ya que las autoras te invitan a ampliarla con tu propia visión.
En otra lámina se ofrece una «breve guía de conceptos esenciales para acompañar la lectura de tu Mundo cruel«. En ella se reproduce una ilustración que se incluye en un póster desplegable que hay al final, y se ahonda aún más en el tema propuesto, planteando cuestiones sobre las víctimas, los agresores, el poder, la motivación, las emociones, etc. En definitiva, la lámina es una herramienta que ayuda a meterse ya de lleno en la materia, volviendo a reflexionar sobre las demás láminas pero con especial atención al mundo cruel que representa el póster, rico en detalles y donde la nota dominante es el intercambio de papeles entre las víctimas y los que normalmente son sus agresores. La ilustración es tan profusa en detalles que requiere de una profunda exploración por parte del espectador. La lámina termina anunciando una guía gratuita titulada ¡Horror! Un paseo por el mundo cruel para quien quiera seguir profundizando en el tema, aunque no le he encontrado; supongo que es un material que las autoras tienen pensado publicar próximamente.
La última lámina anuncia otros títulos y material de Wonder Ponder por una cara, y por otro se encuentra la dedicatoria de las autoras y una breve nota curricular sobre las mismas, así como los datos editoriales.
Y ahora, mi opinión sobre la obra. Estamos ante un producto de gran originalidad por su concepción, que trata de captar la atención de un público infantil presentándole un tema de una seriedad tal que puede que haya incluso a quien le parezca que no es apropiado para niños. Por ese lado, aplaudo la valentía de sus autoras por salirse de esa línea de adoctrinamiento de los escolares que se sigue en las publicaciones destinadas a ellos, para animarles a pensar por sí mismos. Productos como este contribuyen, como fin último, a hacer de este un mundo mejor, al tratar de desarrollar el espíritu crítico de los infantes e invitarles a tener en cuenta todos los aspectos de un tema concreto que le ayuden a tener una concepción lo más amplia posible. Además, no solo invita a pensar al niño, sino también al adulto, y resulta muy interesante la diferencia entre la visión de los primeros y el acercamiento al tema que llevan a cabo los segundos, mucho más condicionada y llena de prejuicios. Y, por otra parte, es muy positivo que los niños reflexionen sobre situaciones que no son agradables, y es que la sobreprotección a la que les sometemos en el mundo occidental es la que nos puede llevar a la ridiculez de pensar que una obra como esta puede ser perjudicial para ellos. Pensar y reflexionar siempre es positivo, y presentar escenas desagradables a los niños para discutirlas con ellos solo lo podremos hacer si realmente los consideramos como personas, y no como un ser inferior, o una «pre-persona», como estamos (mal) acostumbrados a verlos. Por eso, detrás de la apariencia de sencillez y simplicidad de esta obra se esconde un trabajo muy serio, muy meditado y tremendamente meritorio que se merece todos mis elogios.
Ahora bien, he de señalar también algunas cosas que personalmente considero mejorables y que voy a comentar por si las autoras encuentran alguna utilidad en ello.
En primer lugar, no he encontrado una clara alusión acerca de si un niño puede manejar por sí solo el material, o si está diseñado para que lo utilice con la supervisión de un adulto. Y digo esto último pensando sobre todo en su uso en las aulas. Y es que si entrego la caja a mi sobrino de ocho años, seguramente le llame la atención, mire los dibujos y lea las preguntas, pero quizás el material es más aprovechable creando un entorno de debate.
Por otra parte, hay láminas que muestran unos estereotipos que quizás por un lado pueden hacer que las escenas resulten más familiares al niño, pero por otro me parece negativo perpetuarlos. Sin ir más lejos, en la escena que se muestra en la caja, correspondiente a una lámina interior, se ve a una mujer sirviendo un plato a un hombre. Obviamente, no es eso lo que nos llama la atención, sino el gato que hay dentro de la olla, pero esto choca con el espíritu de reflexión al que invita la obra. Si mostramos a un hombre sirviendo a una mujer, está claro que al niño le va a llamar también la atención porque es una escena que puede romper con su realidad más cercana, lo cual le llevará a hacerse más preguntas aún, aunque en este caso el tema se aleja del principal. Por tanto, si esta escena se ha diseñado así para centrar la atención en el tema de la crueldad y no se quiere llamar la atención con el cambio de roles, quizás la mejor solución sería diseñar escenas en las que estos no se perpetúen.
Por último, diría que, sin menoscabo de la curiosidad que puede despertar en el niño y su consiguiente implicación, me ha parecido que el aspecto lúdico es, por así decirlo, lo que más flojea. Aunque el niño se puede tomar la actividad como un juego, y de hecho su diseño así lo sugiere, yo no lo consideraría un juego como tal, ya que le falta unas reglas bien definidas. Aquí entramos en terreno escabroso acerca de qué es un juego y qué no lo es, pero, desde luego, el aspecto recreativo, que es fundamental, sí que está conseguido. Sin embargo, desde mi punto de vista, aunque se ofrecen algunas ideas, se queda corto. Esto no quita que tú mismo puedas potenciar este aspecto, porque posibilidades de juego que apoye la reflexión no le faltan. Por ejemplo, a mí se me ocurrió comparar dos escenas después de reflexionar sobre ellas y votar por cuál parecía más cruel, y partiendo de eso que cada cual ofreciera sus razones y se apoyara en algún detalle del dibujo. También entregaba una lámina a cada uno y preguntaba si querían intercambiársela, y una vez hecho esto les preguntaba por qué preferían un dibujo a otro. También hay que decir que me parece una carencia fácilmente subsanable, y que esta opinión aún queda a expensas de la publicación de la guía gratuita que comentamos más arriba.
Por lo demás, reiterar mi enhorabuena a las autoras y darles muchos ánimos desde Librojuegos.org con este bonito proyecto, y avisar a nuestros lectores de que existe otro título de esta colección, Yo, persona, que me ha resultado aún más interesante si cabe, y que pronto reseñaremos.
Un aspecto de los juegos narrativos que comienza a ser conocido poco a poco es el hecho de haber gran variedad de ellos pensados para los más pequeños. Efectivamente, su mecánica de ordenación lógica de las secuencias narrativas les hace ser unos productos de lo más interesantes educativamente. Por pura sensatez, no podemos esperar juegos complejos de amplias combinaciones narrativas, pero sí lo suficientemente elaborados como para iniciar a los más pequeños en esta variante del juego. Gracias a ellos, los niños tendrán sus primeros contactos con las estructuras de la narración desde un punto de vista lúdico, aprendiendo el orden lógico de los procesos de narración y la estructuración de ideas, hecho que les permitirá más adelante entender las narraciones desestructuradas.
A raíz de esto, contacté con una fábrica de juegos educativos y manipulativos llamada Nardil. Sus gerentes, Luis y Félix, estuvieron encantados de remitirme unos ejemplares de cortesía para que pudiese estudiarlos y reseñarlos. Desde aquí, y en nombre de Librojuegos, queremos agradecer ese gesto tan colaborativo.
El primero de ellos es «Don Diego«, de la empresa schubi. «Don Diego» es un juego narrativo muy visual y divertidísimo. Se compone de 40 historias seccionadas en 4 secuencias cada una. Tales secuencias se representan a una por tarjeta de cartulina. Dichas tarjetas tienen una medida de 9×9 cms y son de buen grosor, plastificadas al tacto. Esto hace que el acabado sea un producto de buena calidad y duradero en manos de los niños que, como sabemos, son capaces de hacer trizas hasta a un diamante.
Las historias de «Don Diego» logran arrancar, como mínimo, una sonrisa, pues pivotan siempre en torno a historietas de final gracioso o rocambolesco. Lo bueno que tiene este juego educativo es que, para poder ordenar bien las secuencias, se requieren dotes de observación. Muchas veces el orden correcto nos lo marcará una ventana abierta o cerrada, una señal en una carta, etc… A partir de ese hecho, el niño-jugador deberá reconstruir la escena en un orden lógico temporal.
Una historia y reversos de la historia 3 y 4
La cosa no se queda ahí. Para hacer más dinámico el juego, las diversas historias representan diferentes niveles de dificultad (he de admitir que yo mismo dudé con la resolución de alguna) y en su reverso incluyen un número que indica de qué historia se trata, como vemos en la foto. El juego está pensado también para poderse usar en terapias, educación especial e incluso enseñanza de idiomas, sea individualmente o en grupos de alumnos.
Las variantes en la forma de jugar son múltiples. Desde la pura reconstrucción hasta la obligatoriedad de que el jugador describa y explique lo que ve en una viñeta en concreto. Se puede también hacer que el jugador explique a un compañero una historia que nunca ha visto, o invitarle a poner un título a cada historia o incluso preguntarle si vivió experiencias parecidas. Otra opción es presentar solo la primera parte de la historia y sugerir al jugador que busque un desenlace. Las opciones son infinitas: presentar tres cartas a la vista y tapar la cuarta para que el jugador narre qué posible escena cubriría ese hueco, invetar continuidad a la historia más allá de 4 imágenes, mezclar historias para que los alumnos las separen ordenadamente, mezclar historias para que compongan una completamente nueva, dramatizar las historietas… Incluso las instrucciones nos sugieren formas de combinar la narración de estas aventuras con trabajos escritos.
Pack completo de «Don Diego»
Visualmente, «Don Diego» es muy agradable. Está hecho con los conocidos dibujos de Hans Jürgen Press, reputado ilustrador y escritor de libros infantiles y conocido en todo el mundo. Su trazo es limpio, divertido y muy amigable, y estoy seguro de que os sonará a todos.
El segundo juego que me remitió Nardil también es de schubi y se llama «¿Y después?«. Su estructura es similar al juego que hemos comentado más arriba, pero presenta ciertas peculiaridades.
Efectivamente, en este caso solo disponemos de 25 historias a color, pero con un número comprendido de imágenes entre 4 y 7, a lo que se suman 5 signos de interrogación. Sus protagonistas son personas y animales cotidianos inmersos en aventuras generalmente divertidas pero que a veces se convierten en problemas. Aparte de todos los usos que plantea «Don Diego», «¿Y después?» da más juego ya que las cartas con signo de interrogación se pueden intercalar en lugar de alguna imagen, permitiendo variedad narrativa en ese punto en concreto. Como se le presupone un nivel algo superior a «Don Diego», este juego permite mayor número de variantes en las mecánicas, como pudiera ser el hecho de tratar que el jugador enriquezca su vocabulario, construir completamente una nueva historia a partir de la interrogación, tratar de adivinar o empatizar con los sentimientos de cada personaje de la historia, reconstruir la secuencia lógica tapada por una o dos interrogaciones, etc…
Puede parecer poco, pero creedme que 1 mm de grosor en una cartulina no es poca cosa.
El tercer y último juego, también de shubi y que nos ha remitido Nardil, complementa a los anteriores. Su nombre es «Lea, Lears & Dodo«. En este caso tenemos 24 historietas en las que siempre hay acción.
Sus protagonistas son dos jovencitos y un perro (Dodo) que viven constantemente nuevas aventuras en lo que podría ser la vida cotidiana de cualquier niño. Presenta unos sucesos simples y claros pensados para jugadores entre 6 y 12 años. En este caso, las historietas son más largas que los casos anteriores, pues se componen de 6 imagenes. No solo contempla todas las posibilidades que hemos visto en los juegos anteriores sino que hay un especial cuidado en la variedad de niveles de dificultad de las mismas. Este juego, al interactuar varios personajes, permite una variante en la que el jugador deba escrbir diálogos de las viñetas que está viendo o narrar de forma escrita la aventura en sí. Incluso contempla una modalidad colaborativa muy interesante, como si se tratase de un cadaver exquisito, en la que cada jugador escribe unas frases de una viñeta y, al final, deban juntarse todas las frases para componer una historia.
Podría extenderme mucho hablando de las enormes posibilidades que le encuentro a estos juegos. Tal y como dije al principio, creo que son ideales para una primera iniciación a los juegos narrativos. Cierto es que su estructura no es compleja y plagada de posibilidades, como estamos acostumbrados a ver los amantes de los librojuegos, sin embargo, considerándose que se trata de juegos pensados para los más pequeñajos, esta primera aproximación es una de las mejores que he visto hasta el momento. Además, un tutor algo experimentado puede idear muchísimas variantes nuevas en base a esos elementos. Se me ocurre, por ejemplo, comenzar una historia de «¿Y luego, qué?» e interrumpirla con uno o dos signos de interrogación. El resto de la historia se podría completar con cartas correspondientes a una aventura diferente, dejando esa interrogante como vínculo abierto a que el alumno resuelva qué ha ocurrido. Incluso, tal interrogante podría ser un «cruce de caminos» que conecte hasta tres desenlaces posibles, cada uno correspondiente a una aventura distinta.
¿Más ideas? Podríamos combinar las cartas de los tres juegos y tratar de hacer una historia larga con distintos personajes, o historias paralelas que convergen en un punto… Como veis, las opciones dependen de nuestra imaginación y son casi infinitas.
Las socorridas interrogaciones
Poco más puedo añadir. El aspecto gráfico y visual de los tres productos es impecable. Son sencillos de transportar y de almacenar en cualquier rincón de casa y lo suficientemente robustos, como dije, para que le duren a un niño durante una buena temporada. Como se ve en las fotos de arriba, se presentan es estuches de cartón con cierre de lengüeta e incluyen unas instrucciones muy sencillas de entender y en varios idiomas.
Si os gustan este tipo de juegos con componente educativo, sean narrativos o no, tenéis un catálogo extenso en la página web de Nardil que os indicamos en este link de aquí abajo
Cada día vamos viendo, más y más, cómo el concepto del librojuego se va abriendo paso como una herramienta óptima para la educación. Hemos incidido muchas veces en este punto hasta el extremo de que actualmente Dédalo está elaborando un librojuego con fines sociales junto a la Asocición de adultos con trastornos mentales «Tú decides«, lo que confirma que ya hay organizaciones y personas que apoyan esta idea.
A colación de este tema, José Lomo (uno de los pioneros en esto de los librojuegos y artífice del proyecto Erotic Appetite) ha escrito precisamente el artículo que yo siempre hubiese querido escribir. Espero con ansias la segunda parte, pues creo que la calidad de lo que transmite es arrolladora.
Que los librojuegos han resurgido con fuerza es algo innegable
Juzgadlo por vosotros mismos y sentíos libres de comentarlo, pues es perfecto:
«Que los librojuegos han resurgido con fuerza es algo innegable. Basta con realizar una búsqueda rápida en Google o acudir a páginas especializadas como librojuegos.org para comprobarlo. Tratándose de un formato narrativo cuyo potencial creativo y cultural apenas se ha explotado, es una gran noticia que vuelvan a la palestra y despierten interés popular entre lectores, lectoras y editoriales.
Hasta la fecha, y por motivos históricos, su presencia ha quedado circunscrita al ámbito de la literatura juvenil, con algunas incursiones en la literatura de género que son la excepción que confirma la regla. Eso los ha relegado a ser una anécdota editorial durante décadas, cuando resulta que poseen un formato sumamente versátil e interesante, tanto en lo literario, como en lo lúdico y pedagógico.
En estos posts quiero compartir alguna de las ideas que he tenido durante los últimos años, ideas sobre lo que los librojuegos pueden aportar si pasan de nivel y los llevamos más allá de su contexto habitual. He tenido el valor (y el placer) de probar directamente alguna de estas ideas…»
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