Como parte de esa serie de entrevistas a empresas editoras de Ficción Interactiva comercial en esta nueva edad dorada del librojuego, no podía dejar pasar a una de las más importantes: Tin Man Games; que todos aquí conocemos por sus Gamebook Adventures.
Comenzaron con A murderer in Orlandes y The Siege of the Necromancer, ambos originales pero tan fieles al espíritu de Fighting Fantasy que no podrías saber la diferencia entre estos y aquellos. Tenían tan interiorizado el estilo FF que sencillamente lo habían clavado todo: las ilustraciones, la escritura, el estilo de librojuego de papel de los años 80. Más aun, Gamebook Adventures se convirtió en sinónimo de cómo traer de vuelta a los buenos librojuegos de la antigüedad, o al menos de nuestra niñez.
Ha sido con motivo del gran lanzamiento que ha supuesto la vuelta de The Warlock of the Firetop Mountain, el fenomenal primer librojuego de la serie Fighting Fantasy, convertido a un formato digital híbrido maravilloso, que mezcla, texto, juego de mesa y miniaturas de una forma excepcional.
Aunque tenga ese aspecto y acabado tan visual y táctil, no deja de ser el mismo librojuego excepcional que todos amamos. Los textos siguen ahí, íntegros, y tan sólo están enmarcados en un juego de miniaturas de excepción. Además el combate ha cambiado a un combate táctico en un tablero de cuadrículas donde generamos paso a paso la estrategia del combate de nuestra miniatura. Resulta muy ágil e inteligente por parte de Tin Man Games.
El apartado multimedia es excepcional, ya no sólo en 3D, sino las ilustraciones originales del libro han sido coloreadas digitalmente de forma magistral, dando una nueva vida a la tinta sobre el papel. Y de todas formas, clicando en ellas podemos alternar entre color o blanco y negro, con un efecto digital muy vistoso.
Aparte de este pedazo de juego que os recomiendo pero ya, han sacado recientemente Choices, una app librería de Ficción Interactiva que tiene ya en su biblioteca dos estupendas historias: una de ciencia ficción donde un investigador viaja para ayudar a combatir un grave problema medioambiental: el sol se está apagando. Y el otro es una historia de magia y fantasía donde el protagonista es un «devorador de almas» abrumado por el peso de su poder. Todo muy interesante y gratis de probar, aunque a la mitad hay que pagar o ver anuncios para continuar la lectura.
En cuanto a la entrevista, Neil nos revela algo que ya sospechábamos, el porqué de que no se traduzcan más librojuegos (o juegos en general) al castellano, y el porqué de su esfuerzo por diversificar el estilo de la empresa. Os invito a leer la entrevista para descubrirlo.
Buena entrevista, Rúber.
Buen trabajo, Ruber. Mi titular personal sería «el mercado hispanohablante no es rentable». Debemos admitir que seguimos siendo minoría, a pesar de los grandes esfuerzos que estamos haciendo por producir obras de calidad en España. Y me temo que eso no va a cambiar.
El problema no es la carencia de autores y/o aficionados de calidad, que los hay. El problema es la cantidad.
Pero es paradójico, tanto países hispanohablantes y poco mercado 🙁
De todas formas eso, que traducir es relativamente caro, y no compensa. Y lo mismo pasa al revés. Nosotros si queremos publicar para el mundo tenemos un handicap de miles de euros que cuesta traducir algo largo a inglés.
Es un problema.
Si, es algo que siempre he dicho, y no solo en el ámbito de los librojuegos, en novela también, no es justo que obras mediocres por el mero hecho de estar escritas en ingles lleguen a todo el mundo si o si, y obras muy buenas que estén escritas en español se quedaran en el limbo para siempre.
Creo que es una cuestión de equilibrio, y de publicidad. Atraer más aficionados; se crearía más oferta. Calidad=más demanda. Hay un cierto número de trabajos en app, también en papel. A mí me sobrepasan por mi tiempo disponible. Pero insisto que la tarea es difundir «el mensaje». Si os dais una vuelta por Gplay o Apple veréis que cada par de semanas salen obras de ficción interactiva, de equipos pequeños o llaneros solitarios 😉
Sería bueno, hacernos eco de todo lo que sale, aunque fuese en forma de una simple lista de ‘novedades’.