¡Hallado un librojuego de los años 1940!

librojuegos.orgSí, sí, habéis leído bien: 1940. Hace poco hablábamos de Ellery Queen, una serie que comenzó a publicarse por los años 30 y que podía considerarse protolibrojuego, ya que, sin ser del todo un librojuego, sí que ofrecía una mínima posibilidad de interacción con el lector. Pero es que de lo que vamos a hablar aquí es de un librojuego de verdad, el cual podría ser el primero publicado, incluso antes que los manuales TutorText nacidos en el seno de la enseñanza programada, que aparecieron a finales de los 50 (tema del cual hablamos en ESTE artículo académico).

Ha sido Demian Katz, conocido por su magnífica base de datos sobre librojuegos, quien, en un artículo para el último número de la revista Fighting Fantazine, ha desvelado este dato. Es de tal importancia para la investigación sobre la historia de los librojuegos que me he decidido a traducirlo. Podéis leer el original en las páginas 64-65 del número 15 de la citada revista.

El artículo no tiene desperdicio: en él, basándose en su hallazgo y mediante una serie de conclusiones lógicas (aunque improbables, a mi entender), llega incluso a conjeturar la posibilidad de que las mecánicas de los librojuegos provengan de la disciplina militar. Además, se cita un caso de interactividad de nada menos que dos mil años de antigüedad.

Vamos a ello.


Es muy arriesgado afirmar que alguna cosa ha sido “la primera”. Lo he comprobado cuando, tras creer durante muchos años que conocía la cronología básica en el desarrollo de librojuegos, hice un impactante descubrimiento: un librojuego completamente estructurado y publicado, al parecer, en los años 40, un tiempo en el que yo creía que los librojuegos solo eran, como mucho, un concepto teórico en un par de relatos de Jorge Luis Borges. Como tantos otros descubrimientos, este lo debo a un lector de Gamebooks.org que, amablemente, me mandó un correo diciendo que su familia tuvo durante muchos años un ejemplar de este título. Afortunadamente, pude adquirir un ejemplar para mí en una librería de viejo de Australia para confirmar la existencia del libro. Esto me sacó de toda duda.

Publicado por W. y A. K. Johnstone S. L. de Edimburgo y Londres, y descrito como “un laberinto en forma de libro” y “un espectáculo de marionetas en el que tú diriges al pequeño héroe y a la heroína a donde quieras que vayan”, Treasure Hunt (N. del T.: que podría ser traducido como “A la caza del tesoro”) desafía al lector a ayudar a los hermanos John y Jennifer a buscar por la Inglaterra rural un castillo que, según dicen, esconde un tesoro. El libro se divide en 24 apartados numerados que consisten en un texto en tercera persona en la página izquierda y una ilustración de la localización actual en la derecha. Cada ilustración contiene flechas que muestran posibles caminos por los que viajar, y las flechas indican el número de apartado al que dirigirse para cada opción.

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En lo referente a la narrativa, este libro no tiene nada de especial. Puedo imaginar que muchos niños de la época en la que esto fue publicado habrían preferido salir ellos mismos a vivir una inofensiva aventura que leer cómo la viven otros niños, en especial por el anticlimático (aunque no inesperado) final de la historia. Sin embargo, a pesar de lo intrascendente de la trama, como juego el libro es sorprendentemente sofisticado. Las ilustraciones de los escenarios son dinámicas y variadas, y tratan deliberadamente de meter al lector en el mundo descrito en el libro mediante el uso de interesantes perspectivas y repetidos hitos. Como un extra para los jugadores, cada apartado incluye algunos objetos ocultos para que el lector los encuentre, y el libro, además, incluye un crucigrama con pistas relacionadas con el mundo de juego. Por si no fuera suficiente, también se proporciona al lector una página con sugerencias sobre maneras alternativas de jugar, como asignar puntuaciones a hitos determinados y jugar por turnos con otro jugador para intentar conseguir una alta puntuación mientras se navega por el libro. En definitiva, es un libro fascinante que anticipa algunas de las mecánicas que llevarían a los librojuegos a su boom décadas después, y que además presenta, por sí mismo, algunas que no se encuentran en estos.

librojuegos.orgAunque es fácil afirmar que Treasure Hunt es un “verdadero” librojuego (y uno sorprendentemente ingenioso), resulta difícil decir mucho más acerca del libro con absoluta certeza. Lo primero que uno podría preguntarse es cuándo fue escrito. Desafortunadamente el libro no contiene ninguna fecha, aunque el Catálogo de la Biblioteca Británica estima su año de publicación alrededor del 1945, y mi copia contiene una inscripción datada en la navidad de 1950, de modo que se puede concluir con seguridad que muy probablemente saliera a finales de los 40 o, como muy tarde, en 1950.

La siguiente y obvia pregunta es quién escribió el libro. De nuevo, la respuesta no está clara. El libro atribuye su autoría a Alan George, y todas las ilustraciones están firmadas con las letras estilizadas “AG”. El nombre, en la portada, está puesto entre comillas, lo cual parece sugerir un pseudónimo. Una vez más, el Catálogo de la Biblioteca Británica sugiere a través de su selección de nombres de autor que este “Alan George”, de todos los que hay, es el teniente general Alan George Bingham Buchanan.

El teniente general escribió, en 1947, un libro titulado Seeking a City: a Pilgrimage by a Major General (“En busca de una ciudad: el peregrinaje de un teniente general”), publicado por Pax House. Este volumen, atribuido también a “Alan George”, es parte biografía, parte ensayo religioso, y sus detalles biográficos lo vinculan claramente con Buchanan, pero no es un librojuego en absoluto, y ni siquiera guarda una relación superficial con Treasure Hunt. El uso idéntico del pseudónimo “Alan George” y la publicación en los años 40 realmente sugieren que el autor de Treasure Hunt es la misma persona, pero resulta extraño que los librojuegos hayan podido ser inventados por un teniente general británico poco después de que concluyera la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, la naturaleza orientada al detalle e intrincadamente mecánica de Treasure Hunt no es del todo incompatible con la formación de ingeniero de Buchanan, en la cual parece que estuvo enfocada principalmente su carrera militar. Además, la cuestión de la autoría se complica con la inclusión en los créditos del dato “editado por Susan French”. El nombre de Susan French estuvo asociado con los Daily Mail Annuals durante un tiempo, y también podría haber sido un psedónimo, pero, al igual que con “Alan George”, es difícil asegurar que haya algo más que una coincidencia (aunque, una vez más, el Catálogo de la Biblioteca Británica asevera explícitamente que se trata de la Susan French del Daily Mail).

treasure4Claramente, la cuestión de la autoría lleva a otras preguntas: ¿Cuál era la relación entre el autor y la editora? ¿Existe alguna otra evidencia en algún otro lugar que refuerce o contradiga las posibles identidades de los autores del libro? ¿Existe algún precedente militar, como una técnica de formación, que haya podido inspirar las mecánicas de los librojuegos? ¿Habrá otras sorpresas interactivas ocultas en los anuarios de los niños de la época?

Pero hay una cuestión a la que Treasure Hunt podría responder: Qué inspiró a la serie Tracker Books, la más antigua de los librojuegos, publicada de 1972 a 1980. Los Tracker Books, publicados en el Reino Unido por Transworld, son un ente misterioso, ya que no parecen encajar bien con la cronología de los librojuegos previamente fijada. Su diseño, extremadamente visual, que consiste en apartados conectados de dos páginas, con texto e ilustraciones detalladas, no tenía una vinculación obvia con ninguno de sus predecesores conocidos. Sin embargo, su diseño es prácticamente idéntico al de Treasure Hunt, y parece plausible (aunque no probable por ahora) que Treasure Hunt haya servido de inspiración a esta serie pionera.

Antes de obsesionarnos demasiado con todos los detalles sobre el origen de Treasure Hunt, deberíamos viajar brevemente dos mil años atrás en el tiempo (siglo arriba, siglo abajo), donde nos esperan más sorpresas. En un monográfico académico de 2011, The Iliad in a Nutshell: Visualizing Epic on the Tabulae Iliacae (“La Ilíada en una cáscara de nuez: Visualizando la épica en las Tablas Ilíacas”), Michael Squire realiza un detallado análisis de las Tablas Ilíacas, unas tablas romanas de mármol creadas entre el año 100 a.C. y el 100 d.C. que contienen textos e ilustraciones relacionados con la historia y la mitología grecorromana. Squire señala, en un capítulo que titula “Eligiendo tu propia aventura”, que las críticas académicas acerca de cómo [en dichas tablas] las ilustraciones divergen del texto pueden ser inapropiadas, pues responden a una noción mucho más actual de cómo se supone que interactúan el texto y las imágenes. Argumenta que las intrincadas ilustraciones de las tablas en realidad responden a aspectos lúdicos (las cuales, de manera extraña, recuerdan a “Dónde está Wally”) y que transmiten información de modo no lineal. Aunque Squire no esté diciendo que haya descubierto un librojuego de dos mil años de antigüedad, sus argumentos sirven para recordar que la innovación que fueron los librojuegos deriva en parte de las expectativas actuales sobre la narrativa lineal, y que estas expectativas sobre la linealidad no siempre han sido tan fuertes como lo fueron en la época en la que los librojuegos surgieron durante el siglo XX. Es interesante considerar la posibilidad de que, así como la era de Internet ha vuelto a producir cambios en nuestras expectativas sobre la linealidad, nuestro modo de pensar acerca de la narrativa pueda estar cambiando hacia un estado anterior; aunque esto es tema para otro artículo bien distinto. Por ahora, bástenos con decir que no hay nada nuevo bajo el sol.

Si alguien puede arrojar algo más de luz sobre alguno de los misterios que hemos tratado en este artículo, estaré muy agradecido por cualquier información que quiera compartir.

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Tabla Ilíaca

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Fer Lafuente

    Me has dejado impresionado, Archi. Que alguien publicara un librojuego tan “parecido” a los de finales del siglo en los años 40 es… sensacional. Comparo semejante hallazgo al de un importante yacimiento arqueológico.

  2. Efectivamente, esto es como cuando te dicen que los restos humanos más antiguos encontrados ya no son los más antiguos, sino que hay otros anteriores.
    Hasta ahora se creía que fueron los TutorText en 1958 los primeros en aplicar claramente las mecánicas del librojuego, en su caso, a textos educativos, y, en el caso de la narrativa, Un conte à votre façon en 1967 (podéis leerlo aquí: http://oulipo.net/fr/contraintes/conte-a-votre-facon). Ahora tenemos que apuntar este Treasure Hunt como el primer librojuego, sorprendentemente, muy anterior a experimentos como Rayuela de Cortázar y L’ironie du sort de Paul Guimard.

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