Siempre que me acerco a la literatura intento hacerlo con lo mínimo. Y lo mismo me ocurre con la ficción interactiva. Si en la parte más literaria he dedicado varios años y varias (muchas) obras a la ficción mínima, lo mismo me ha ocurrido con los librojuegos. Me fascina la idea de narrar una historia que emocione, que desagrade, que enamore, que genere odio, en apenas un puñado de palabras. Generar emoción con lo mínimo. No siempre ha sido así, claro. También escribo novelas, también ambiciono terminar alguna vez un librojuego de un tamaño respetable, pero creo que poder llamar la atención del lector con apenas unos caracteres es valioso.
Nuestro tiempo libre cada vez está más limitado, y nosotros, los privilegiados (no lo olvidemos nunca), somos bombardeados sin pausa con ofertas de ocio instantáneo, de consumo rápido, de usar y tirar. Son habitualmente obras concebidas desde su inicio como un mero pasatiempo, un producto desechable para cubrir de forma artificial esos vacíos que dejan, sin quererlo, el trabajo, las obligaciones autoimpuestas, los compromisos. Son creaciones mínimas, sí, pero no ambicionan la trascendencia. Yo, sin embargo, creo que eso sería lo deseable. Trabajar con lo mínimo, con lo esencial, y ofrecer algo que perdure, que rememores con cariño. O con miedo. O con odio. Eso es lo que ambiciono, y lo que muchos otros ambicionan también, claro, pero no se preocupan por longitudes, tamaños, espacios, tiempos.
Estoy trabajando ahora en un pequeño experimento que precisamente habla de esto. De viajar sin nada. De terminar con los bolsillos vacíos y marcharse con una sonrisa. O con lágrimas. Y no logro terminarlo porque siempre veo que he añadido algo superfluo, algo que lo que puedo prescindir en aras de simplificar el mensaje, la historia, la obra, hasta dejarla vestida con lo esencial. Con lo mínimo.
No sé si en estos tiempos que vivimos, donde el folletín vuelve a ser producto de consumo, donde las series aventajan a las películas, donde una tetralogía parece algo incomplto, la relación entre la brevedad y lo memorable tiene sentido, pero estoy en ello. Quiero intentarlo. Veo los microdédalos y sé que es el camino, aunque quizá el formato que me pide el pequeño experimiento es más digital que físico. En fin, que reflexiono sobre ello y me apetece compartirlo en este espacio. Lo sé, lo sé, hoy me ha salido esta entrada algo personal, quizá incluso egocéntrica, pero a veces te sientas delante del ordenador a hablar de literatura, de narrativa, de ficción interactiva, y lo haces con pocas cosas en la cabeza. Con cariño por el género. Con el ánimo de aportar algo personal. Con la esperanza de verme reflejado en el trabajo de otros.
Con lo mínimo.
Siempre te quedará el folletín…