Cuando en 1979 aparecieron los primeros librojuegos, nadie los conocía por ese nombre. En aquellos libros la novedad era la capacidad de decisión del lector sobre el derrotero que debía seguir la historia, asociada, eso sí, a un aspecto puramente lúdico. Eran los famosos Elige tu propia aventura (en adelante, ETPA), los que, a la postre, han resultado ser los más populares, los más vendidos y los más buscados actualmente entre los nostálgicos; no en vano, aparece como la sexta serie más vendida de la historia de la literatura con unos 250 millones de copias. Luego vino la serie Lucha-Ficción (Fighting Fantasy), que incorporó el uso de unos dados y unas reglas, y que, a pesar de potenciar el aspecto lúdico con respecto a los ETPA, han vendido hasta la fecha unos 15 millones de copias, lo cual no está nada mal, pero en comparación con los 250 millones de los ETPA quedan a años luz.
La pregunta es, ¿por qué existe esta diferencia? Y la respuesta no es fácil, ya que nos movemos en las arenas movedizas de la especulación. Pero creo que, más o menos, la tengo: los ETPA son mucho más fáciles de leer. No tienes que detenerte a estudiar unas reglas; solo hay que dedicar unos segundos a la clásica advertencia a modo de prólogo que nos avisa de que el libro no se lee todo seguido. Luego basta con elegir el camino que prefieras, y eso es todo. El árbol de decisiones no suele ser nada complejo, no hay que tener en cuenta números, ni variables, ni el efecto del azar, todo eso que hace tan fascinantes a los Lucha-Ficción en comparación con los ETPA… y sin embargo, comparados con ellos, los Lucha-Ficción son una opción minoritaria. Esto me lleva a la curiosa conclusión de que mientras más participación activa requiera un librojuego por parte del lector, menos probable es que termine leyéndolo. Y es que incluso tanto en la cuestión literaria como en la lúdica el ser humano sigue la ley del mínimo esfuerzo. Es la misma razón por la que existen más jugadores de dominó que de ajedrez, por ejemplo, por citar dos juegos mundialmente extendidos. Y, de hecho, la corriente actual del diseño de juegos persigue elaborar reglas que sean de lo más simple.
Sin embargo, no quiero centrar este artículo en ese debate, ni lo cito con ánimo de crítica. El hecho de que un librojuego de reglas complejas sea muchísimo más difícil de escribir que uno tipo ETPA y que, a pesar de eso, tenga un público objetivo más minoritario, es algo que tenemos asumido quienes nos dedicamos a esto. Aunque hay que decir que los dispositivos móviles han conseguido reducir considerablemente esta diferencia (y esto lo veo, por ejemplo, en mi mujer, que nunca ha tocado un librojuego en el que se usen dados, y sin embargo ahí la tengo entusiasmada con El destino de Ámbar, tratando de vencer a un carcelero que la tiene encerrada base de buenas tiradas). Lo que pretendo aquí, más bien, es analizar sus diferencias.
En primer lugar, aunque hoy en día llamamos «librojuegos» a ambos tipos, su procedencia es bien distinta. Los ETPA surgen, como ya hemos señalado en otra ocasión, de la idea de Packard de ofrecer a sus hijas la libertad de elegir cómo querían que continuaran sus cuentos. Por eso, en muchos lugares los encuentro enmarcados dentro de la hiperficción explorativa. Sin embargo, aunque pueden incluirse también en este tipo de narrativa, no suelo ver los Lucha-Ficción vinculados a ella, sino a los juegos de rol. El vocabulario que se emplea es muy cercano a esa clase de juego: las historias son aventuras, hay un personaje, con su correspondiente hoja de personaje o de aventura, y los primeros títulos siempre se ambientaban en las laberínticas mazmorras conocidas como dungeons.
Los juegos de rol son un tipo de juego narrativo, que en el caso del librojuego cambia el lenguaje oral por el escrito, y la hiperficción constructiva (todos los participantes pueden modificar la historia) por la explorativa (los participantes no modifican la historia original, sino que exploran sus ramificaciones). Aun así, no se relacionan tanto con la literatura como los ETPA, quizás porque los primeros abogan por una mayor presencia de la parte lúdica, que en ocasiones incluso puede eclipsar a la literaria.
Por tanto, la diferencia, por lo general, está muy marcada, y aunque no hayamos encontrado aún palabras eficaces para señalarla, en nuestra mente la distinción es muy obvia. Por aquí nos limitamos, como hacemos en este mismo artículo, a distinguir entre los librojuegos «tipo ETPA» o «sin sistema» y los librojuegos «con sistema», diferenciación heredera de otra más clásica y popular: con dados o sin dados, pero errónea, ya que existen librojuegos que no usan dados pero tienen sistema de juego (por ejemplo, los de la serie Compact Libro-juego). No obstante, tampoco parece que estos términos distingan satisfactoriamente ambos tipos de librojuegos, porque no a todo el mundo le queda muy clara la definición de «sistema de juego».
Entonces, ¿con qué términos deberíamos diferenciarlos? Pues seguramente parecerá polémica mi opinión, y por eso quiero dejar claro, antes de darla, que solo es una opinión y no pretendo sentar cátedra, pero creo que la solución está en deshacer la confusión que nosotros mismos hemos creado. Pues, como ya comenté al principio, los ETPA solo se conocieron como librojuegos a partir de la existencia de los Lucha-Ficción, con los cuales solo comparte el hecho de tener un árbol de decisiones, el cual ni siquiera se divide en secciones de texto de la misma longitud, pues en unos nos remiten a páginas y en los otros a párrafos. En efecto, si miramos cualquiera de los clásicos libros de pasta roja con atención, veremos que en ninguna de sus páginas aparece la palabra «librojuego». Ni en ellos, ni en otros libros del mismo tipo, como La máquina del tiempo, Barcelona Máxima Discreción, Dungeons & Dragons Aventura sin fin, Multiaventura o Planea tu fuga. Sin embargo, la mayoría de las colecciones con sistema de juego sí que llevan explícitamente la palabra «juego», en el título o en alguna parte de la portada: Dungeons & Dragons Aventura-juego, La Senda del Tigre, La búsqueda del Grial, Alea Jacta Est, Compact Libro-Juego o Crónicas Cretenses. En otras ocasiones se les llama libros activos, como en La saga del cruzado, o novelas de participación, como en Los engendros del demonio, pero en cualquier caso, se desmarcan de alguna manera de los ETPA.
Por tanto, no estamos hablando de una simple casualidad: aunque la ramificación de la historia se contemple como elemento lúdico, no tiene por qué serlo per se. Sin embargo, los sistemas de juego sí que son, por definición, elementos lúdicos, y por eso las colecciones que los incluyen lo dejan claro.
Pero si admitimos que los ETPA no son propiamente librojuegos como lo son los Lucha-Ficción, ¿cómo los llamamos? He ahí la cuestión. Es más, el límite entre ambos tipos, que antes teníamos más o menos claro, parece difuminarse con los libros de la editorial Suseya, que incluyen sistemas de juego extremadamente simples, pero sistemas de juego al fin y al cabo, siendo por tanto una especie de híbridos.
Lo que está claro es que a todos los metimos en el mismo saco por comodidad, porque los asociamos por lo único que tienen en común: el árbol de decisiones. Y al final, por mucho que los «académicos» tratemos de encontrar un término adecuado para diferenciarlos, popularmente seguirán siendo los librojuegos con dados y sin dados. Permítanme, no obstante, que lo siga intentando.
Para mí, y desde que era niño, siempre han sido «libros de elecciones», frente a «librojuegos». Por eso ahora me crea bastante confusión la cantidad de librojuegos de las que se habla, cuando para mí, como tales, son menos de la mitad. En el fondo, cada uno seguirá llamando a los libros según su criterio, aunque no estaría mal unificar términos para evitar confusiones en lo sucesivo
La solución no es nada sencilla, José María, porque elecciones también hay en los dos tipos. La diferencia fundamental está en el «juego», ya que todo juego debe tener unas reglas, y los ETPA no las tienen. Por eso, en un Lucha-Ficción encaja la palabra «juego», pero en un ETPA… ¿qué palabra distintiva encajaría mejor? El debate está servido.
En muchos puntos coinciden, por supuesto, pero creo que ciertamente el libro-juego «con dados» tiene una relación muy directa con el juego de rol que crea una gran distancia entre ambos. Livingstone y Jackson proceden de ahí antes de «El hechicero», y tuvieron en mente sus experiencias como jugadores de Dungeons & Dragons y otros de los primeros juegos de rol al crear su primer libre-juego. No es casualidad que la propia D&D lanzara su propia linea de libro-juegos (como otra serie más parecida a ETPA). «Lobo solitario» nace de un mundo creado por Denver para sus partidas de rol. Pero el ejemplo más claro para mí está en los libros de Tolkien Quest, en los que la propia empresa planteó crear una versión simplificada de su MERP/Rolemaster como iniciación a sus juegos de rol (aunque el sistema de juego así es uno de los sistema de libro-juegos más complejos).
Y no es casualidad tampoco que los que comenzamos a jugar a rol a principios de los 90 hayamos venido directamente del libro-juego.
Algunos juegos de rol incluso se lo han planteado al revés y han creado aventuras «a solo» como verdaderos libro-juegos pero haciendo uso de su sistema (al menos las reglas básicas), como los «Solo contra…» de La llamada de Cthulhu o la aventura que hay en el último Aquelarre. Este año, sin ir más lejos La llamada ha sacado un «Alone against the flames», con 270 secciones y haciendo uso de las reglas «quick-start» de la 7ª edición del juego. Personalmente me encantan estas aventuras «mixtas», y me encantaría que existiensen más, con las reglas de los juegos de rol (los libros de D&D me parecen fallidos porque apenas tienen relación con el juego de rol, y sus sistemas son flojos).
No, no hay que cambiar el nombre librojuegos. Simplemente son librojuegos son diferente sistemas de juego. ETPA con reglas sencillas y Lucha Ficción con reglas avanzadas.
Porque los nuevos sistemas de juego de los nuevos librojuegos… ¿en que categoría los clasificamos? Por esto mismo, me parece bien que todos ellos en su conjunto se les llamen librojuegos. Aunque actualmente hay dos sistemas de juego más destacables, que coloquialmente se les llamen librojuegos con dado y librojuegos sin dado.